lunes, 8 de diciembre de 2008

No era fácil, ella se había acostumbrado.


No era fácil, ella se había acostumbrado.
Autor: July

Certamen: Escribiendo Ciencia... Ficción?


El atardecer había llegado. Una nube rojo escarlata, se alzaba gigante sobre el cielo, cubriendo la ciudad de tonos cálidos, jugando con los rayos del sol, y haciendo parecer que el cielo se incendiaba en pleno esplendor.
Me encontraba cómoda en mi sillón, cubierta de cojines de terciopelo, que con su suavidad hacían que mi cuerpo dejara volar mi mente hacia espacios recónditos del Universo. Mis párpados me pesaban, y Morfeo decidió reinar en ellos. En la oscuridad de mis adentros, miles de colores se mezclaban, creando incontables formas y colores. Un sonido ensordecedor me sacó del ensimismamiento. Alterada, brinque del sillón, haciendo volar miles de almohadones. La hora había llegado. Tomé el bolso, el abrigo, y Salí, sabiendo que mi rumbo era desconocido aún.
En esas horas, el azabache cielo era iluminado por millones de estrellas salpicadas en él. Hacia frió, la noche estaba silenciosa, el lugar, vacío. Creí que seria imposible llegar a tiempo, pero estaba dispuesta a lograrlo.
Después de caminar más de un cuarto de hora, mis dedos se habían entumecido del frío, y estaba segura de que mi rostro, estaba más pálido que la leche, y mis mejillas, mas encendidas que el fuego ardiente. Doblé en la esquina. Mi comunicador me notificaría algo, lo sentía. Los nervios me invadían de pies a cabeza, y entre en un ataque de pánico, mis manos temblaban. Podía sentir como la adrenalina corría dentro de mi cuerpo, intente relajarme, y abrí la cartera. Era un llamado. Con seguridad, atendí.
Alguien, del otro lado, con la voz ronca, dijo:

- Estás retrasada, más de media hora.-
- Lo sé, pero es qué... – Me interrumpió
- Shh, basta de explicaciones, hoy tu misión se sitúa en el planeta Neptuno. Sabes como llegar, te subes en una nave interestelar… Bah, ¿Qué estoy diciendo? Si has hecho esto más de una docena de veces. - Su tono de voz cambio - Es necesario que te presentes allí en menos de veinte minutos, sino, perderás todo el prestigio que tienes como espía. – Un corto Silencio - Mejor dicho, yo te haré perderlo.-

Y colgó, sin previo aviso. Durante estas últimas frases, utilizó un tono extraño. Era como si le estuviese hablando a una persona que tenía dificultades de comprensión. Me estaba tomando el pelo. Maldito idiota, se cree que porque estoy tardando mas de de lo común, puede tratarme así. Oh, si. ¡Más de lo común!
A media cuadra, para cualquier persona que transitara por ahí, había una cabina de comunicaciones, también normal para mí, pero diferente a las demás. Era el puente de acceso a cualquier otro planeta, estrella, o galaxia que pudiese existir en el Universo. Bastaba con digitar coordenadas en el tablero que aparecía luego de marcar los números 3 6 5 8 3 en el comunicador. Cualquier compañero espía, podía utilizarlo, sin inconvenientes. Marque las coordenadas de Neptuno, y la tierra comenzó a absorberme. Una presión inconmensurable se ejercía sobre todo mi cuerpo, hasta que al salir de la atmósfera, me sentí liviana como una pluma, limitándome solo a apreciar los deslumbrantes astros que brillaban cerca de mí.
Llegue al planeta azulino, aturdida, los viajes eran placenteros en su transcurso pero se volvían molestos en su final. La presión atmosférica, era mas intensa, y estaba algo mareada, no era común, y supuse que ya me acostumbraría. Entonces, Le reste importancia, y seguí mi camino. No quería, ni debía, retrasarme un segundo más.

En Neptuno era de madrugada, y nebulosas violáceas dibujaban en el cielo cuadros abstractos, que tenían un trazo extremadamente alocado… La ciudad en la que había derivado, era mucho mas luminosa que la que abandone el la tierra, poseía una infraestructura futurista, cosa que a mi me fascinaba del planeta en particular.
En una plataforma de malteadas, encontré a Nataniel, mi compañero de misión, Con el talante ofuscado y la mirada hundida en el reloj.
- Tarde ¿verdad? – Me atreví a preguntar con vergüenza.
Me miró. Lo salude con una sonrisa, y un apretón de manos. Me devolvió la sonrisa con el rostro iluminado, con una frescura que no lo caracterizaba momentos antes.
- Si, en verdad es tarde… - Dijo tranquilo.
- ¿Muy tarde? –
- Puede ser demasiado tarde si no nos apuramos – Agregó.
Apenas pude oír esas palabras, De repente, la cabeza comenzó a darme vueltas, las piernas me traicionaron, y, sentí como mi cuerpo chocaba contra el suelo. Fue el único trozo de memoria que pude guardar, antes de ver el rostro de Nataniel, acompañado por dos robots, todos con rasgos de preocupación, frente a mis narices.
- ¿Tú también? – Pregunto extrañado, y curioso.
- ¿También que? – No podía comprender de que me hablaba.
- Eso, eso que te ha pasado. – Musito en un tono inaudible.
- ¿Qué me ha pasado qué …? – Parecía idiota, y por más que me esforzase no podía entenderlo, no podía.
- Vamos, ¡Milena! – Profirió casi a los gritos y con premura.
Cada palabra que él decía, resonaba en mi cabeza, pero ésta no acababa de procesar bien a lo que se refería. Estaba en un estado de estupor ingente.
- Esto no es cosa común. A mi también me ha sucedido algo muy parecido. ¿Te sientes bien?
- ¿Si? …, - Dudé – Si, estoy bien. – Definitivamente, afirme mentirosa.
- Manos a la obra entonces, no podemos perder más tiempo. -

“Caminamos a paso rápido, mientras iba informándome de que trataba la misión. Tendríamos que utilizar armas de última tecnología para evitar que los invasores del planeta sin nombre que se encontraba en guerra con Neptuno, no lo destruyera en su totalidad. Aburrido, tantas veces había hecho lo mismo. Debíamos resolver el enigma de una Torre, para así encontrar pruebas que sirvieran para inculpar a Fabiel, de la exterminación de los nativos del Sur. Más aburrido… Me estaban cansando este tipo de cosas… Y, finalmente, para poder obtener el puesto de mayor jerarquía en la compañía de espías, íbamos a realizar una prueba que consistía en encontrar objetos perdidos en diferentes lugares del Universo, con pistas. Aburrido. No, esperen, ¡Eso era nuevo! Una prueba de la compañía, hace cuanto que no tenía una de esas. Pero... primero lo primero, lo demás. ’’
Habían pasado horas, y los trabajos que nos habían encomendado, fueron como pan comido. Sin contar la inesperada emboscada en pleno viaje estelar, en donde resulte herida de un brazo. Ahora, las pruebas estaban más cerca nuestro. Nataniel y yo, seriamos aún más importantes en la compañía. Completaríamos la empresa, estaba segura, y eso me llenaba de orgullo. La adrenalina volvió a adueñarse de mí.
Descendimos en Marte. Al bajar de la nave, pude ver como mi compañero se desplomaba en el suelo, y sentí como un láser me quemaba en la baja espalda. El dolor inconmensurable me obligo a abrazar al piso. Mi mente estaba totalmente perdida, mis latidos eran cada discontinuos, y el dolor que sentía, cada vez mas intenso…


···
Lo ultimo que recuerdo, fue un vacío oscuro.
Ahora mi identificación de espía, se encuentra partida al medio, al frente de mi rostro, colgada en cuadro, adornando la pared.

No todo salió como yo lo pensaba, nos tendieron una trampa, y yo que los creí compañeros. Drogas, malditos basuras. Una trampa, trampa, palabras que hicieron eco en mi mente, y también, contra las paredes de mi habitación.

¿Nataniel? No me pregunten, creo que ahora esta en paz, creo que a nadie le viene mal un momento de paz luego de tantos años de un trabajo tan espinoso como éste. En el tercer milenio, es fácil volver de ese momento de paz, por eso poco me preocupa… Si esto hubiese sucedido hace siglos, creo que aún estaría llorando sobre su tumba.

Espero que mi vida sea normal de ahora en más. Si tan solo supiera lo que es una vid

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